, archivado en Atrapados

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Los géneros son como las cucarachas del anuncio de Cucal: nacen, crecen, se reproducen… y mueren. Pero esto último, ay, les cuesta horrores. Por eso, el Nordic Noir sobrevive en número, como en esas plagas donde el insecticida ha perdido su eficacia fumigadora y el hombre, simplemente, se adapta al nuevo ecosistema inventando la mosquitera. Es decir, quedan muchas series, películas y novelas que revolotean por las características del género, pero sus síntomas de agotamiento son palpables. Que les quiten lo bailao; ¡demonios, el viaje ha sido un éxito salvaje! ¡Si hace quince años nos hubieran dicho que íbamos a escribir sobre una serie islandesa, con nombres impronunciables, nos habríamos echado una buena carcajada! Y aquí estamos. Porque dudo que haya habido un movimiento no-anglosajón (este matiz es clave) con más fuerza en la cultura popular contemporánea: ventas editoriales millonarias, pelis taquilleras, adaptaciones televisivas locales, remakes internacionales, formatos vivísimos, imitadores varios… Pero, como ocurre en todo género, el canto de cisne desemboca en el barroquismo, la subversión o la parodia. Esto último -el tomarse el género a coña- ya es explícito: The Man Who Spoke English (Mannen som talade engelska) ofrece una sátira que revienta cada cliché, desde la soledad de la protagonista femenina hasta la transnacionalidad de la trama.

El universo artístico-comercial es complejo y, desde luego, resulta absurdo analizar la ficción televisiva como si operara en el vacío. No. El Wallander literario y Stieg Larsson se erigen como precedentes de Atrapados (Movistar Series) tan válidos como Bron/Broen o Fortitude. Porque todo género es una heterogeneidad controlada (Neale), que vive una tensión discursiva entre repetición y diferencia, entre familiaridad y novedad. Lo interrogaba sonoramente Baudry: “Las películas de género le preguntan al público: ‘¿Todavía quieres creerte esto?’ La popularidad es la audiencia respondiendo que ‘sí’. El cambio en los géneros ocurre cuando la audiencia dice: “Umm, esto es una forma demasiado infantil de lo que creemos. Muéstranos algo más complicado”. Toda la operación textual (¡y comercial!) de Atrapados intenta pegar esa voltereta. Su complicación genérica residía en el espacio, en todas las acepciones de la palabra, excepto la sideral: Atrapados es un país concreto, un lugar aislado y un paisaje. Para quien prefiera el gracejo de la adjetivación: noir islandés, claustrofóbico y helado.

Pero, ains, me temo que no es suficiente novedad, que la audiencia no lo verá maduro, parafraseando a Baudry. Porque, como sintetizaba hace meses la primera de la clase, Mr. McGuffinAtrapados sigue al pie de la letra las claves narrativas del Nordic Noir:

  1. Una muerte en un pueblo o una comunidad pequeña.
  2. Un policía solitario o con problemas familiares
  3. Una ambientación nocturna o en una climatología invernal
  4. Una exploración de las consecuencias que esa muerte crea en la comunidad
  5. Punto extra: reflexión sobre lo que todo lo anterior dice de la sociedad del país

Atrapados, pues, se amolda con solvencia al género donde pace. Son diez capítulos entretenidos, intrigantes a ratos, pero cuyo aliento a déjà vu resulta imposible de purgar. Ni la tenacidad plantígrada de Andri, ni el tormento físico y psíquico de Hjörtur, ni los muertos que todo quisqui atesora en el desván, ni la dinamita familiar de la season finale, ni la trama secundaria de tráfico de esclavas logran otorgarle a la serie un distintivo potente, más allá del geográfico. Y no, no hay que estar siempre innovando: la televisión estadounidense lleva décadas exhibiendo procedimentales inteligentes y divertidos que parecen no tener fecha de caducidad. Bien está. Pero sí que hay que constatar que el Nordic Noir ha hecho cumbre crítica… y ahora solo le queda empezar el descenso.

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La bendita globalización permite que las ideas -siempre promiscuas- viajen a la velocidad del rayo, fecundando tradiciones artísticas, pariendo innovaciones dramáticas y alumbrando nuevas narrativas. Hemos tenido British Noir, Celtic Noir, Aussie Noir, Artic Noir e, incluso, un revival del neo-noir por excelencia, el estadounidense. Quizá esta sobredosis influye para que Atrapados no me haya gustado tanto como esperaba: el género ha alcanzado tales cotas de manierismo que la originalidad deviene pastiche. Ahí está el empeoramiento de Fortitude, con esa trama milenarista -el prólogo de 1942- a caballo entre el canibalismo y la ciencia ficción más delirante. O el quiero y no puedo de Midnight Sun, un ejemplo de que acumulación y brillantez casi nunca van de la mano. Atrapados es mucho más atractiva que estas dos últimas, con personajes bien trabajados y una intriga capaz de cáspita e inquietud malsana. Pero, tras sus diez capítulos y su tensa finale, uno no puede más que atestiguar que el género ha perdido frescura y se empieza a estampar contra el callejón sin salida de la originalidad.

No sé si la moda terminará, desde el punto de vista industrial. No obstante, me temo que el aprecio crítico está sacando ya la bandera blanca. Es, simplemente, el ciclo de vida de cualquier género. Aupada sobre el éxito de la etiqueta noirDinamarca ha empezado a diversificar (por ejemplo, con la estimable 1864, un drama bélico). Toda ola llega a la orilla y parece que Atrapados es la que produce las últimas espumas.

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Hace un año y medio, The Economist se marcaba un estupendo titular: “El drama político italiano es el nuevo Nordic Noir“. Que no es más que la manera seriéfila y gafapasta de repetir la máxima de Coco Chanel: “La moda está hecha para pasar de moda”.

¿Quién tiene la vez?

3 Comentarios

  1. Flames

    Yo el NORDIC NOIR estoy a punto de mandarlo al guano. Y más concretamente el tipo de series como FORTITUDE y ATRAPADOS. MIDNIGHT SUN no he tendió el gusto de verla…. pero me temo más de lo mismo.

    Son series que alargan las tres o cuatro situaciones un poco misteriosas a base de …… nada. Se basan en clichés ya vistos mil veces (que mencionas en tu artículo) y que aportan nada o muy poco.

    Me quedo con series como ENEMIGO PÚBLICO o THE MISSING que me parecen mucho más novedosas e interesantes.

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    • Alberto Nahum

      Enemigo público es buenísima. A ver si alguna vez escribo de ella. Me gusto mucho esa espesa sensación de culpa, de extrañamiento.

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      • Flames

        Me alegra coincidir contigo. A mí también me encantó. Es mi consejo preferido a mis amigos de las series vistas el año pasado.

        Llama la atención que plantee a un personaje pederastra sin maniqueísmos y en …. ¡Bélgica! uno de los países más sensibles a ese tema.

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