«Quiero decir, ¿qué clase de idiota cree en fantasmas?», se pregunta el cáustico parlamentario que siempre aparece a medio vestir. Cuando Alison le recuerda que, de hecho, él es un fantasma, replica: «Bueno, sí, ya sabes, antes de convertirme en uno, ¡no me habrías pillado creyendo en este tipo de tonterías!». En esta deliciosa contradicción autoconsciente se mueve Fantasmas, una comedia pequeña, sin grandes aspiraciones, que ha ido ganándose un hueco en el corazón de los espectadores. Tras cinco temporadas, dice ahora adiós con un especial de Navidad, esa tradición de la televisión británica. Y se despide con el aroma de haberse convertido en un clásico contemporáneo: irónico, divertido, entrañable.
Seguir leyendo en Nuestro Tiempo…
Flames
Bueno, D. Alberto… había leído el artículo, pero no había visto la serie. Ahora, vistos los 6 capítulos de la 1ª temporada, releo el artículo y lo entiendo a la perfección y lo compartes plenamente. Se resume muy bien en lo de “irónico, divertido, entrañable.”.
Al empezar a verla uno no ve que sea una gran serie, ni sabe hacia dónde se dirige … pero poco a poco se le va cogiendo cariño a los personajes y van planteando tramas que enganchan más y más… hasta el capítulo final que cuando acaba te deja con una sonrisa en la boca. Y por supuesto, con ganas de ver las siguientes temporadas.
La duración, 6 capítulos de poco más de 25 minutos, me parece perfecta.