, archivado en El hijo zurdo

El hijo zurdo

El quinto capítulo comienza con interrogantes susurrados: «Me esfuerzo por comprender. ¿Cómo entender que un hijo y una madre se separen? ¿Por qué y cuándo?». Ahí asoma, con la simplicidad de las preguntas eternas, la nuez de El hijo zurdo, el muy estimable debut de Rafael Cobos (coguionista habitual de Alberto Rodríguez) como creador televisivo. En esa voz en off con la que comienzan casi todos los episodios de esta miniserie se apuntan las claves dramáticas de esta historia difícil, áspera, que sabe rastrillar la complejidad sin gritarle al espectador las respuestas.

De hecho, uno de los mayores aciertos de esta propuesta original de Movistar+ es el de peregrinar las tonalidades del gris para intentar desentrañar ese «cómo», ese «por qué», ese «cuándo», Zavalita. Sí, por supuesto que la serie tiene una tesis política e, incluso, ideológica: más allá de exhibir las zozobras del multiculturalismo y la violencia en los barrios menos favorecidos y denunciar las semillas neonazis, El hijo zurdo no ahorra pescozones contundentes a la izquierda no-obrera, al folklorismo sevillano o al olvido de la noción de clase social como eje de la acción política.

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