, archivado en Bored to Death, FlashForward, Modern Family

1. Yo también he visto el futuro. Y me ha gustado. FlashForward es la serie del otoño. Quizá del año. No hay duda. Por ruido mediático, por capacidad de promoción y por ambición. Ya no tengo claro si la serie pretende llenar un hueco o si son los fans quienes la obligarán a ocuparlo. Tiempo al tiempo. Tiempo al futuro. Hasta ahora el dato más relevante me parece la rapidez con la que ha cruzado el charco. Es evidente que las televisiones españolas han pasado a la ofensiva para evitar la fuga de espectadores. Nociones básicas de mercado: “Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma“. Solo dos semanas de diferencia me parecen más que razonables para combatir las tan temidas descargas; además, la televisión digital permite la versión original (y hasta creo que los subtítulos). ¿Cundirá el ejemplo en otras series?

 

¿Y desde el punto de vista crítico? Todavía es muy pronto para establecer una valoración ecuánime, pero de momento FlashForward me resulta muy entretenida. Una premisa rompedora con largo recorrido narrativo, un reparto coral que augura múltiples conflictos emocionales y, sobre todo, un hábil manejo del cliffhanger. Los dos episodios vistos hasta ahora (seguro que en el tercero, que veré esta noche, también) acaban con la mejor tradición de la literatura por entregas: un giro inesperado que te deja con hambre de más. 

2. El buen gusto de Mr. McGuffin me espoléo a empezar Modern Family. Un acierto, excepto por el personaje de Gloria, demasiado estereotipado. Ahora bien, si queremos ser precisos, la etiqueta que le corresponde a la serie es la de “mockusoap”. Por mi tesis tuve que estudiar mucho el falso documental (los valientes pueden leer “La traición de las imágenes”, el artículo de la revista Zer donde desgranaba el asunto) y lo que despliega Modern Family es más bien un subgénero, una apropiación paródica de los mecanismos de los docusoaps que inundaron las televisiones anglosajonas a finales de la década pasada (Vet School, Airport, The Osbournes). Aunque el gran hito fuera la insuperable versión británica de The Office, el cruce de soap-opera y (falso) documental ya se había puesto en marcha con People Like Us o Human Remains. Después se ha usado mucho, tanto que me resulta un recurso un poco cansino. Sobre todo porque, con lo divertida y surrealista que es Modern Family por sí misma, con el derroche de mala uva que ha demostrado en sus primeros capítulos, ¿por qué demonios tiene que disfrazarse de parodia documental? Lo que era un elemento estructural en The Office UK (no tanto en la versión USA, donde la cámara acaba siendo un pegote), ¿qué aporta aquí a la comicidad?

 

3. La tercera nueva serie que he empezado a seguir este otoño es también una comedia que podríamos adjetivar de “minimalista”: Bored to Death. P. Roberto dio en el clavo al analizar el intento de esta nueva propuesta de la HBO por impregnarse de un aroma “indie”. Una fragancia con doble filo: la serie aspira a convertirse en un producto de culto… aunque necesita muchos capítulos para ir creciendo. El juego con este Marlowe neurótico y empanao es sugerente y le intuyo éxito, pero reclama un esfuerzo del espectador que no todo el mundo está dispuesto a dar para una comedia que, por definición, se presupone ligera. Quizá la cosa coja velocidad de crucero cuando amplíen las tramas de Ray, el dibujante, o den más cuerda al caradura de Ted Danson (“Los hombres afrontan la realidad. Las mujeres no. Por eso los hombres necesitamos beber”). Hasta entonces “piano, piano, si va lontano”. Y, de propina, los originales créditos: