De entre los muchos momentos terribles que retrata Valley of Tears (aquí disponible en HBO España), hay uno que se presenta casual, anecdótico, sin ningún énfasis, pero que se estrella contra la conciencia del espectador como un misil. En el sexto episodio, el batallón 87 está brutalmente asediado en un pequeño fortín, en lo alto de la colina que defienden. Los sirios lanzan una granada dentro y un soldado se abalanza sobre ella para absorber con su cuerpo la explosión. ¡Bum! Hecho trizas. ¡Eso es un héroe! La escena encapsula a la perfección la postura moral que Valley of Tears presenta de la guerra: un sacrificio necesario -tantas veces mortal- por el otro, tu hermano de sangre en el frente, tu madre e hijos en la retaguardia.
En el género bélico existen, grosso modo, dos grandes vertientes: la denuncia de sus horrores y el enaltecimiento de su heroísmo. Como es lógico, un buen relato será capaz de combinar ambos, puesto que el alma humana -en un entorno tan terrible- es capaz de conciliarlos. En el frente se pueden encontrar las acciones más valerosas y las más cobardes, los gestos humanos más hermosos y los más detestables. Porque cuando está contra las cuerdas, el hombre es capaz de lo mejor y de lo peor.
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