, archivado en The Chicago Code

Me apena mucho la cancelación de The Chicago Code. Y me produce una incómoda melancolía que -como él mismo bromeaba en twitterShawn Ryan se haya especializado en “miniseries”. La muy recomendable Terriers, en la que Ryan compartía paternidad, demostró una humanidad al servicio del relato como ninguna otra ficción televisiva ha logrado este año. The Chicago Code se antojaba una apuesta más ambiciosa: recuperar para la televisión en abierto el esplendor policíaco, superando el procedimental que inunda las pantallas en esta era regida por las franquicias de CSI y Ley Orden. Desde su concepción, The Chicago Code reivindicaba la estela de Canción triste de Hill Street, Homicide y Policías de Nueva York, los papás de The Wire y The Shield.
Además, a Shawn Ryan -inteligente y guasón- le honra que se autoimponga retos, que trate de innovar en el universo televisivo. Es un tipo que se expone, que se obliga a salir de la zona de comfort. Con el fallido policíaco de la FOX quería agitar la otra cara de la moneda: esta vez los policías eran los buenos y, bajo el olor de las cloacas del poder, latía un inmenso amor por la bellísima ciudad de Chicago. Nada de repetirse.
The Chicago Code tiene muchas cosas estimables, empezando por un piloto sobresaliente y un penúltimo capítulo (“Greylord & Gambat“) muy, muy poderoso, donde la calle se hace añicos. Las tramas de corrupción donde el hilo se sabe dónde empieza pero no dónde acaba siempre resultan intrigantes; aquí estan manejadas con punto de cruz. Junto a eso, los momentos de acción tienen su rock’n roll, la dirección es elegante y la narrativa resulta eficaz. Para colmo, Ryan se ha atrevido a reivindicar algo proscrito en los manuales de guión: la voz en off. No está mal.
La definición de varios personajes también apunta interés: me gusta el nervio de Teresa Colvin, el tormento interior y las contradicciones amorosas del rudo Wysocki y, sobre todo, esa joya de personaje que es el concejal Gibbons. Interpretado por un inmenso Delroy Lindo, la pantalla se hace grande en cada una de sus apariciones. Como siempre, el lustre del personaje no reside solo en el carisma que le aporta Lindo (¡esa voz!), sino en la ambigüedad moral tan querida por el noir: Gibbons es un gángster, sí, pero de los que ayuda a cruzar la calle a las viejecitas: mima a sus electores dándoles agua en días de calor y visitándoles en sus casas. Si lo analizamos con distancia, Vic Mackey no es el espejo de Jared Wisocki, sino de Ronin Gibbons.

 

 

¿Qué falta, entonces, para que una serie con tanto potencial haya fracasado? Le falla, para empezar, el equilibrio. La trama de fondo es muy atractiva, pero la cortocircuitan demasiado. Hay casos autoconclusivos originales, que rompen la cintura (como ese crimen de odio que acaba siendo puros celos), pero en general lo absorbente de The Chicago Code es la línea argumental de corrupción institucional, polis encubiertos y tejemanejes políticos; el resto, más paja que grano.
Para seguir, hacen agua algunos personajes. Ya he dicho que Wysocki me parece un personaje bien trazado (y Jason Clarke le insufla la mala leche necesaria), pero su radio de acción es limitado, cuando no confuso. No puede ser que un poli sin apenas rango tenga tanto poder en la comisaría; o estamos en la investigación para cazar al pez gordo o nos dedicamos al crimen cotidiano. Pero las dos cosas, no. Patina. Un caso opuesto es el de Liam, el agente infiltrado: funciona como dispositivo narrativo, ampliando la resonancia de la trama, pero resbala en su interpretación. En ningún momento es creíble que una cara tan bonita y falta de punch juegue en campo contrario, bañándose entre tiburones.
El último personaje con severos problemas es Caleb Evers. Mira que iba predispuesto hacia Matt Lauria, pero su policía resulta plano como una tabla de planchar. Apenas aporta dramática y narrativamente. Sus tramas personales se reservan a un capítulo semi-amoroso, no es tan brillante en su profesión como se apunta al inicio y su emparejamiento con Wysocky va poco más allá de unas cuantas discusiones de béisbol.

 

(Algún ligero espoiler del final en este párrafo) 

The Chicago Code no es la serie del año, pero sí deja un puñado de grandes momentos, entretenimiento inteligente y la sensación de que había mucho material por explotar. El último capítulo cierra la trama principal sacándose algún as de la manga, cierto es, pero en general el invento ha funcionado. La historia se clausura. Incluso llega a emocionar: la secuencia de despedida de cada personaje ha sido de lo mejorcito de la temporada. ¿Quién gana realmente? La sobrina, llorosa, renuncia a sus ideales; Wysocki vuelve a la casilla de salida, derrotado por su pasado; Gibbons sigue manejando los hilos desde el trullo; y Teresa -¡qué gran escena!- palia su soledad en un juego de máscaras. Quizá ese sea el precio que el Bien ha de pagar, ¿no?
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Cortesías (Rubén Ortega y Lost)

10 Comentarios

  1. MacGuffin

    Es de éstas que apuntaban a que podían dar un salto importante en la segunda temporada. Es muy interesante lo que Shawn Ryan dice en el podcast Talking TV with Ryan and Ryan acerca de algunas de las razones que Kevin Reilly, el jefe de Fox, le dio para explicar la cancelación, más allá de su baja audiencia. Le dijo, por ejemplo, que la serie nunca tuvo suficiente visibilidad, que no generó expectación entre el público para verla y comentarla, y que eso era un obstáculo muy importante para llegar a una audiencia más amplia.

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  2. Brinstar

    Yo personalmente creo que ha pagado el precio de estar en una cadena como FOX, a pesar que me da la sensación que la han maquillado lo suficiente para poder estar en esta cadena. Sin ser lo mejor de la temporada, para mi ha sido de las pocas series de este año que esperaba con ganas a su siguiente capítulo.

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  3. elclubsilencio

    Estoy muy de acuerdo con tu crítica de The Chicago Code. Creo que hila muy fino el rollo castizo de la serie, lo que comentas del amor a Chicago, y creo que es su punto más fuerte. Pero creo que las convenciones del género policiaco vencen a la originalidad (la conclusividad de los casos permite que se dejen atrás muchas cosas, y que el bando de la mafia parezca un poco descabezado). Se la echará de menos…

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  4. OsKar108

    A mi me ha apenado mucho su cancelación, aunque el final haya sido más que aceptable. Era una de las (4 o 5, por suerte) series que mejor me lo hacía pasar cada semana.Creo que alguno de los "problemas" que destacas (como esa indecisión entre la trama más serielizada y la inclusión de casos) tiene mucho que ver con el canal en el que se ha emitido, y quizá el que algún que otro personaje no haya sido retratado más al detalle tenga también que ver con el nº de capítulos que tiene y todo lo que ha querido contar en esta 1ª, y por desgracia única, temporada.P.D. Ayer por la noche vi el antepenúltimo y el penúltimo capítulo de The Shield, y espero poder ver esta noche el último.¡Saludos!

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  5. JM

    Pese a la cancelación, me ha hecho feliz que le dieran un cierre que permita a futuros espectadores acercarse sin miedo al cuelgue narrativo (supongo que se veían venir la patada). Yo también vi a Caleb un poco descafeinado; una lástima, porque empezó con buen pie. Llevas razón con lo del poder de Wisocki, aunque supongo que puede justificarse en que Colvin le pone ahí a dedo, a sabiendas del tipo de policía que es (insobornable, inquebrantable) debido a su pasado en común. Juararía que con Liam hicieron un amago de encaminarse hacia donde comentas ("te sorprenderías del tipo de persona que mi padre cree que eres", como le dice la hija de Killian), pero con la guadaña encima tal vez prefirieran cerrar tramas en vez de abrirlas, pues el caso de fondo es evidente que iba para largo. Como tú, adoro a Gibbons, villano a la vieja usanza que se mueve como pez en el agua en ese híbrido de guante blanco y mano derecha que es Chicago. Y la escena final de Teresa Colvin me pareció magistral y sorprendente: ¿de veras juega a estos juegos la superintendent? Tras su charla divertida y sincera con el personaje de Adam Arkin, parece lo lógico. Su posición tampoco le permite crear lazos más duraderos…En fin, pese a los obstáculos he disfrutado con The Chicago Code y espero que Shawn Ryan tenga mejor suerte en su próximo proyecto.pd: ¿Podrías decirme si Terriers concluye de forma similar? Odio quedarme tirado.pd2: al fin me he puesto con Sons of Anarchy. Voy por la mitad de la S2 y estoy disfrutando su intensidad.

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  6. Nahum

    MACGUFFIN: Sí, algo leí: no habían conseguido que fuera un acontecimiento. Para mí que las repeticiones de capítulos tampoco les ayudaron. BRINSTAR: ¿Lo dices por no haber estado en el cable, verdad? Al final, nunca sabes. Supongo que Ryan tampoco quería repetir el aroma de The Shield.ELCLUBSILENCIO: Yo creo que el consenso es que esta serie, apostando solo por la trama de fondo, era buenísima. Pero…OSKAR: Por dios, Oskar, ¡cuéntenos sus impresiones de ese final en el post correspondiente! Estoy deseando saber qué piensa de todo Farmington. JM: No me fijé en esa conversación de Liam. Es demasiado buenecico. Y el final de Teresa me pareció muy, muy bien traído. Pobre mujer. Ah, Terriers merece mucho la pena, aunque le cuesta tres capítulos arrancar. Sí se cierra, eso seguro.

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  7. martinyfelix

    Estoy bastante de acuerdo con lo que dices. Si les hubieran dado veintipico capítulos en vez de sólo trece podríamos haber explorado más a los personajes, y no haber apurado tanto la trama de Gibbons. Pero es lo que hay, y ha sido más que satisfactorio. Queda todo cerrado, aunque ese ¿qué hubiera pasado en una segunda? rondando en la cabeza. Además algunos casos si que han sido muy potentes (el que nombras básicamente), y Jennifer Beals lo ha bordado. Su última escena fue imprevisible, no me imaginaba que la "superintendenta" se dedicara a esas cosas en su tiempo libre.Por cierto, vaya año más malo que llevamos, han cancelado Teriers, Lights Out y ahora esta, y son tres de los cuatro mejores estrenos. El cuarto es The Killing.

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  8. Rafa CRC

    El comentario tiene \’spoilers\’.

    Merecido homenaje el tuyo, Alberto, a \’The Chicago Code\’. Me adentré en esta serie movido por el nombre de Shawn Ryan y, desde luego, por la fascinación que ejerce Chicago, sin duda la ciudad más interesante de Estados Unidos. \’The Chicago Code\’ no decepciona, pero si es más irregular de lo esperado. A mitad de temporada pasa por un bache clamoroso, 2-3 capítulos de relleno, y eso en una serie de estas características es una condena. Me soprende lo tarde que aparecen las tramas personales (hasta el sexto capítulo) y lo flojito de algunos casos autoconclusivos -ya vistos, remendandos y otra vez-. Quizá le falte la mala leche de \’The Shield\’ o algo más de desequilibrio en esa comisaria plagada de policías intachables. En este sentido y vista la escena final con la superintendente en el bar, ¿se estaba guardando esto para la segunda temporada? Pues que pena… Solo cuando aparece la hermana de la superintendente se deja ver algo ese otro yo de este personaje. Es cierto que el penúltimo capítulo es memorable. Me recordó al mejor de la tercera temporada \’Sons of anarchy\’, aquel del puerto. También me encanta cómo conduce el actor a Jarek Wysocki, cómo afloran sus traumas sin necesidad de verbalizarlos. Por el otro lado, es cierta la superficialidad -inesperada- de su compañero, así como la inanidad de la relación entre su sobrina y su también compañero.

    Rodada con ritmo, rock \’n\’ roll y sin desfallecer, me quedo con el personaje de Wysocky, la brutal interpretación de Delroy Lindo como concejal Gibbons, el tremendo capítulo 12 y por dejar ver detalles de cómo funciona y es la ciudad de Chicago (la incursión en el barrio chino). Me quedan también algunas preguntas sobre su final:
    – ¿Por qué Gibbons entrega la foto de su hermano a Wysocky? Es el gran error que comete. Que lo hubiera hecho hace quince años vale, pero… ¿ahora?
    – ¿Quién mató entonces al hermano de Wysocky?

    Un saludo cordial

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