, archivado en Friday Night Lights ,

Las despedidas amarillean con urgencia. La foto se tiñe de nostalgia incluso antes de darle al click. El adiós a Dillon, a estos personajes que tan cercanos se nos han hecho, queda atravesado por una sensación de pérdida anticipada. Ya no están. Acaban de marcharse. Y, sin embargo, su memoria es ahora más sólida que nunca. Porque el cierre de Friday Night Lights está ya entre los mejores que ha regalado la televisión contemporánea. Un capítulo sensacional, memorable.

(A partir de aquí, espoilers)

La quinta temporada del drama costumbrista y futbolero ha sido una de las más flojas (en términos globales, solo es peor la horripilante segunda entrega). Sin embargo, los dos o tres últimos capítulos han actuado de palanca redentora: los cabos se han cerrado con sutilidad, inteligencia y el corazón en un puño.

¿Qué ha fallado este año? Sobre todo, tres tramas que han desequilibrado la armonía que la serie mostró, por ejemplo, en su insuperable cuarta tanda. El primer error asomaba desde los créditos: Hastings, el nuevo chico de los Lions, ha sido un pegote. Mucha cara de indie revoltoso, pero poca pegada. Un aficionado al lado de Riggins, vamos. Apuntó maneras en el arranque, pero su presencia se disolvió como un azucarillo. Me temo que los propios escritores se percataron de su nulo carisma y por eso ni se molestaron en enseñarnos su destino en la prórroga. Un puro figurante.

La segunda falla provino del “affaire Julie“. El incesto académico que se marca en la Universidad, amén de repetir una subtrama del segundo año, se elabora de manera torpe. No insinúo que un joven profesor de Universidad tenga que ser perfecto, pero desde luego no tan patoso. ¡Y qué bruja la esposa, uf! Es un pero que siempre ha empañado la excelencia de FNL: el desajuste entre líneas argumentales muy robustas, esculpidas al detalle, y unos brochazos emotivos pegados con blandiblú.

El tercer elemento discutible ataca por el costado del tópico. El papá de Vince resulta previsible y sobreactuado. Una falsa redención propia de villano de serie B; justo lo contrario que el personaje de Vince, mucho más desbrozado en su maduración. La traición al coach Taylor siempre sonó impostada. Estaba claro que volvería al redil y, además, con esas intensas escenas de orgullo y confianza entre maestro y pupilo. ¡Eso es educar! (Por cierto, lo mejor de esta subtrama de Ornette es el gesto último de Eric regalándole la entrada).

Sin embargo, todos esos pecados han ido quedando en veniales conforme se acercaba la clausura de la serie. La reaparición de Riggins tras su salida de la cárcel ha insuflado un aroma trágico que el relato necesitaba. Taylor Kitsch tiene presencia, una sugestiva rebeldía cinematográfica que llena la pantalla de tormento difuso. También Tyra. La vida les ha golpeado y se les nota en el rostro, siempre a contracorriente, sin encaje. Las cicatrices van por dentro.

Y es que el drama funciona mejor contra las cuerdas que a favor del viento. El accidente de Jason Street, la muerte del padre de Saracen, el aborto de Becky… La salida de prisión de Riggins entronca con ese aire funesto de Dillon, espeso, imperceptible, pero tan decisivo en la relación de amor-odio que los personajes establecen con la ciudad. Riggins opta por quedarse (“Texas forever!”) mientras que Tyra aún ha de completar su círculo. Es la vida, dicen, ¡y es tan frágil!

En este sentido, todo el cierre ha sido geométrico: una suerte de capítulo de reunión. El viaje interior de los personajes alcanza su última parada y, con la excusa de la Navidad, todo el mundo vuelve a esa “Devil Town” que les ha marcado, para bien y para mal, con tantos momentos inolvidables.

Los últimos sesenta minutos no se dejan ni una sola trama por cerrar. Primer touchdown. Las historias tienen que terminarse, lo advertía Aristóteles. Y además lo hacen con una elegancia inusitada: la elipsis con el balón por los aires condensa las virtudes de un relato que, durante años, ha sabido contar sin remarcar, que ha apelado a la inteligencia emocional del espectador para rellenar los huecos que faltaban. Ocho meses después, qué bueno.

Pero, además, “Always” ha manejado con maestría la emoción de sus espectadores. Segundo touchdown. La banda sonora -calmada, sentida, excelente- puntea todo el relato para apurar los últimos tragos de Dillon. ¿El partido? Uno hasta se olvida que esta serie iba de fútbol americano. Los personajes se despiden, toman decisiones vitales y se reconcilian con la vida. Y, en el fondo, todos encuentran consuelo, es decir, un hogar; un lugar al que volver para sentirse seguros. Y el hogar no es un espacio físico, sino psicológico. Para unos será Dillon, para otros Dallas, Chicago o Filadelfia. Pero, en todos los casos, el hogar son otras personas: la familia. Los tuyos. A quienes amas. “Yeah, let’s go home”.

Friday Night Lights gusta tanto porque está protagonizada por gente normal. El tópico contra la América profunda, paleta, revienta con la humanidad que destila Friday Night Lights. Quizá no lean a Paul Krugman, pero son jóvenes que se enamoran, aciertan y se equivocan; chicas que quieren ser algo en la vida y aspiran a la Universidad o la política; deportistas que se suben a la parra y hay que bajarlos; familias que van a la Iglesia; equipos que rezan antes los partidos; profesores que se desviven por sus alumnos; matrimonios que discuten con amor y respeto; padres que sufren las decisiones de sus hijos… El gran hallazgo de la serie -que no deja de ser un relato de adolescentes- es bordear el cliché sin pisarlo. Por eso emociona tanto: porque permite al espectador mirarse en un espejo.

La grandeza de Berg y Katims es trascender una serie generacional con la fuerza de los Taylor: contrarrestar la histeria con serenidad paterna, embridar las hormonas con cariño materno o superar la competición agresiva con una educación integral. Hay una escena que ejemplifica esta perspectiva de manera soberbia: en “Kingdom” (5.5) varios jugadores están contándose batallitas en el balcón de la habitación del hotel. La cámara les abandona para trazar un suave movimiento y enfocar al coach Taylor, que les escucha orgulloso, en silencio. ¡Él ha modelado a esos zánganos!

Muchas de las escenas más conmovedoras de la season finale han girado en torno a esa relación paternal de Eric con sus chicos: el orgullo ante Vince, el agradecimiento sincero hacia Jess o, incluso, esa delicia de escena con Tim y el pequeño Stevie en el campo. Un hombre, un padre, un entrenador, un amigo, Eric Taylor. Lo mismo se puede aplicar a Tami, una inconmensurable Connie Briton: el juego de miradas cariñosas cuando su hija le anuncia el compromiso con Matt otorga un valor extraordinario a lo cotidiano. Por eso son tan estupendos actores: lo realmente difícil es hacer de tipo normal.

Lo he dicho otras veces: la de los Taylor me parece la más bella historia de amor de la televisión reciente. El problema es que el Romanticismo desprestigió el amor cotidiano. ¡Cuanta más tragedia, sentimientos más puros! Bah. Allá ellos. Todo el último capítulo ofrece, de hecho, una apología del matrimonio, esto es, del amor normal, cocido a fuego lento. Trabado de complicidades y conversaciones, de vasos de vino blanco y despertares inquietos. La cena de los Taylor con Julie y Matt, con la cámara enfocando la emoción de Tami mientras escucha a su marido hablar de renuncia y compromiso, me parece una de las más tiernas declaraciones de amor que he visto en tiempo. Y lo más extraordinario: ni siquiera es una declaración. Pero ahí está, en todo su esplendor, la belleza de la entrega total, la fuerza del para-toda-la-vida.

Porque el matrimonio es, desde luego, uno de los grandes inventos de la Humanidad. ¡Y mira que es viejo!

De ahí que la clausura de Friday Night Lights haya sido tan luminosa. No solo por el hermosísimo atardecer de Riggins y Tyra, por el último beso de Vince y Jess o la emocionante oración del coach Taylor. No. El final ha sido reluciente porque, aunque deje un poso de tristeza, ¡es un final feliz! ¡Porque el amor gana el partido! Y la felicidad no siempre tiene que ser aburrida ni falta de tensión. Porque lo dramático son los caminos para alcanzarla.

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Otros apuntes sobre el final:

-Quizá algunos “sí quiero” quedan un pelín forzados, pero no desentonan. Me sorprendió la repentina petición de mano de Matt, pero ese hilo soltó tanto lastre en las conversaciones con los Taylor, que me olvidé del arrebato inicial. En cuanto a Luke, bueno, Becky solo necesita que la quieran: rosas y un osito de peluche. Siempre ha sido un corazón andante, así que me parece lógica su mansedumbre.

-También ha tenido sus dosis de emoción la despedida de Becky y Mindy, por cierto. Este último personaje es uno de los que más y mejor ha evolucionado a lo largo de los años. Otra gran, gran actriz. Auténtica.

-Me apena que el bueno de Landry no tuviera más metraje. Su aparición, como sempiterno escudero de Matt, ha rebajado la tensión con un par de frases geniales: “Te plantas allí, te muestras asertivo y dices: coach Taylor, voy a casarme con su hija. La quiero… y puedes rellenar los blancos con todo ese rollo de ‘es la luz de mi vida’ o lo que sea. O puedes ir, plantarte allí y, simplemente, empezar a llorar”.

-En medio de la tormenta, algunas salidas de Eric también han generado, sin él pretenderlo, un sano alivio cómico. Su primera conversación con Matt, con risas de incredulidad y miradas inquisitoriales, no tiene precio (“la respuesta será ‘no’ hasta que el Sol se queme”). Pero mi carcajada más sonora cuando se lo cuenta a su esposa. Qué naturalidad de diálogo:

Eric: Matt Saracen le acaba de pedir a tu hija que se case con él.
Tami: ¿Julie?
Eric:[visiblemente enfadado] ¿De qué hablas? No, ¡¡Gracie!! ¡¡¡Claro que Julie!!

-Ha estado simpático el último guiño a los fans con el fallido “Clear eyes, Full hearts” al que solo responde el silencio en Braemore. “Bueno, ya lidiaremos con ello más tarde”, asegura el entrenador. La frase tampoco es tan repetida a lo largo del show, pero se ha convertido en grito de guerra para los seguidores más acérrimos. ¡No habrá crítica hoy que no termine con el lema de los Panthers! Yo no lo haré. O sí.

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Cortesías (Carrusel de series y Seriéfilo con el final de The Shield)

15 Comentarios

  1. satrian

    Esa cara del coach cuando nadie le responde, trabajo por delante, ya entenderán la emoción y la unión tras el grito.Buen final, cerrando todas las historias, y como tú me duele que Landry no tuviera más minutos, pero sigue dando buenos consejos.

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  2. Alex

    Amén.Aunque te cambio la historia del padre de Vince (a mí me funciona mucho, será que como he practicado deporte a un nivel mayor que el aficionado me he encontrado con muchos padres de esos) por la trama de Tammy y la muchacha esa problemática, Epick.

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  3. MacGuffin

    Coincido con Alex, lo del padre de Vince yo sí le veía un poco más de sentido, pero lo de Epyck siempre se vio forzado.La temporada ha ido de menos a más, y el final ha sido un broche muy apropiado, muy circular.

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  4. Hyde

    Me ha emocionado tu post, como el final de la serie. Es impresionante ese final con el balón volando por el Cotton Bowl y todos nuestros personajes siguiéndolo. Otra de las muchas metáforas de la vida que ha dominado con maestría esta serie que seguramente no aspiraba a gran cosa y ha acabado conquistado muchos corazones. Al menos el mío. No creo que volvamos a ver otro matrimonio como el de los Taylor, ni escenas como las que citas. Ya los echo de menos. Abz

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  5. Adri

    La v erdad es que la trama de Epick se quedó muy en nada. Lo que me sorprende es que la abrieran sabiendo que sólo quedaba esta temporada, no es como si les pillase el toro por una cancelación repentina..Pero bueno. En fin. Qué decir. Una de las mejores y más emocionales series de los últimos años. Enhorabuena por el post 🙂

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  6. Serieina_Felipe

    No puedo estar más de acuerdo con todo lo que dices. Para mí la quinta temporada también ha sido, con diferencia, la más foja junto a la segunda, pero especialmente los dos episodios finales compensan todas las demás flaquezas. El final ha sido redondo y, como apuntas, uno de los mejores de la televisión contemporánea.Siempre duele despedir a series a la altura de FNL, pero si lo hacemos con episodios como estos se convierte en un auténtico placer. Creo que la serie ofreció todo lo que podía ofrecer y se marchó de la mejor forma posible.

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  7. OsKar108

    Pedazo de serie (con algún ligero altibajo —la mayor parte de esa 2ª temporada y algún pequeñísimo borrón más, en mi opinión—), con un Excelente último capítulo. Has hablado tanto, y sobre todo tan bien, de la serie que me queda muy poco que añadir, solo sumarme a a que el tema del padre de Vince, aunque típico no me ha parecido nada mal, si acaso lo que menos me ha gustado de esta 5ª temporada ha sido el "affair Julie" y la "importancia-poca importancia" de la última derrota de Tami con el tema Epick (como bien dices, no todo son victorias brillantes… la vida). Let's Go Home. Esta serie siempre permanecerá con nosotros, como dicen los Riggins —por supuesto brindando con una cerveza en la mano— Texas 4ever!!

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  8. VaRyAmO

    Si la trama del affair de Julie sirvió para que ésta acabara con Saracen y la de Epick para que, de algún modo, Tammy consiguiera ese trabajo en Philadelphia, yo les perdono ese pequeño bajón. 🙂

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  9. Nahum

    Tenéis toda la razón con la trama de Eppyck. Otro tópico. Que además se olvidaron en el último tramo completamente de él. De hecho, al escribir mi reseña, ni la recordé.

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  10. JM

    Como comenta Adri, no es que les cortaran las alas a medio camino: disponían de trece capítulos para desarrollar tramas, ni uno más. Arrancar con personajes nuevos era arriesgado pero decidieron probar suerte. Con Epyck, posiblemente querían mostrar a Tami haciendo de Tami en la escuela, y por eso le crearon una situación a medida. Sobre el papel tiene sentido; a la práctica no sirvió para gran cosa.Epyck y otras nimiedades son simples magulladuras en un combate a cinco temporadas, nada comparable a todo lo que la serie sí ha hecho bien. El final ha cumplido con las expectativas, con lo que FNL pasa a formar parte de la liga de las grandes, una referencia ineludible para todo aquel que quiera hablar de superación, amor, respeto y compañerismo.Gran entrada, Nahum. ¡Un saludo!

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  11. Olímpico

    Un gran final, sí señor. Como indicas cerrando absolutamente todas las tramas, algo que agradecí. Aunque sí que eché en falta algo más de minutos para Landry (o Lance… jeje).Me sorprendió que el partido de la final comenzará ya terminando el capítulo, la verdad que pensaba que le dedicaría más tiempo, sobre todo viendo como el "State" representaba el alma de los lions u por ende de la 5ª temporada.Echaré de menos la serie, pero te quedas con buen sabor de boca y satisfecho por su recorrido y acertado final.

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