, archivado en Downton Abbey ,

No comparto la pasión desmedida por Downton Abbey. Quizá se trate del “complejo Eiffel” o alguna dolencia por el estilo, que todo puede ser. El caso es que no me parece la cojoserie del año ni nada parecido. Por supuesto, es una buena obra, soberbia a ratos, pero yo no la incluiría en mi top ten de la temporada. Trataré de explicarme, reiterando que mis reseñas tratan de enhebrarse con matices: que no me parezca un 10 no quiere decir que le otorgue un 0; al contrario, si pusiera notas, apuntaría al 8,5.
Downton Abbey, radiante apuesta de la ITV británica, amasa un culebrón de lujo, cocinado con elegancia y maestría… pero un culebrón al fin y al cabo. Esto conlleva una serie de limitaciones en la historia, de peajes sentimentales y de requiebros amorosos que, a mí, se me atragantan. No es grave. También se me atragantan dos temporadas y media de Six Feet Under, un melodrama de manual (indie).
Pero empecemos por los raudales positivos. “Majestuosa” es el adjetivo que mejor define Downton Abbey. Ya con la secuencia inicial, uno queda prendado de un estilo elegante y mimoso con el detalle, donde el espectador cruza un umbral tranquilo, propio de otra época, reforzada la parsimonia por largos travellings y panorámicas, por sonidos ya perdidos. Y el castillo (la abadía) como ecosistema de la sociedad inglesa de la época.

Como recordaba Íñigo Gurruchaga en los diarios de Vocento, este esquema coral de juntar a criados y señores en un mismo relato nació para la pequeña pantalla con Arriba y abajo, una respuesta a La saga de los Forsyte. Downton Abbey recoge esa herencia hasta el punto de que ha tenido que enfrentarse a acusaciones de plagio de aquel emblema de la tele británica de los setenta. Pero hay más referentes. Julian Fellowes, el creador de Downton Abbey, vuelve a una geografía laboral y emocional que ya había transitado en su guión de Gosford Park. Sin embargo, donde la película de Altman se deslizaba hacia una intriga criminal y un corrosivo retrato de clase, la serie de la ITV viaja en un tren mucho más confortable. Quizá esa sea una de las mayores sorpresas que depara Downton Abbey: es un drama amable, familiar, sin asomo de ira. ¿Puede que resida ahí su enorme éxito?

La crítica marxista -que aún la hay, aunque muchas veces sea inconsciente- debe de estar tirándose de los pelos al ver cómo todo un sistema social que en el imaginario popular pasa por ser insolidario, opresor y vampírico (¡esos señoritos que no dan palo al agua y viven de las rentas y la caza del zorro!), aquí se refleja con benevolencia y ecuanimidad. ¡Esta incorrección política solo se la pueden permitir los ingleses, tan sanamente orgullosos de sí mismos! Incluso sospecho que el retrato que dibuja Downton Abbey debe de ser mucho más fidedigno que otras muchas obras donde la ideología fagocita el relato y la Historia. La insolencia derechista (ironía, por si alguien no lo pilla) de los creadores llega hasta el punto de poner como villanos de la cosa a dos de los criados que, como bien apunta Mr. Macguffin, aprovechan el fumeque para conspirar. De ellos dos y del resto cuidan paternalmente los Crawley: les mandan a oculistas prestigiosos, les buscan trabajos como secretarias e, incluso, les confían algunos de sus secretos más íntimos.

En esa esfera doméstica es donde la serie de Fellowes resulta imbatible y, para mí, más emocionante: en los ritos cotidianos y el trabajo bien hecho como valor en sí mismo. Desde que leí El Principito aprendí el valor antropológico de los ritos. Downton Abbey retrata, en el fondo, una sucesión cotidiana de ellos: desde vestirse hasta brindar una fiesta al aire libre. Y la forma de ejecutarlos que tienen Mr. Carson y Mrs. Hughes, liderando al resto del servicio, recuerda a esa emocionalidad contenida de Lo que queda del día y similares. De hecho, mis conversaciones favoritas son aquellas en las que Mr. Carson y Lord Grantham dialogan sobre su estatus. Cualquier trabajo es digno siempre que se ejecute bien, con cariño y profesionalidad. Desde liderar una nación en guerra hasta limpiar las caballerizas. Al contemplar la dedicación y la eficacia de esta servidumbre me acordaba una y otra vez del coronel Nicholson y su ética del trabajo. ¡Todo tan british!

En ese sentido, Downton Abbey refleja una sociedad que da sus últimos coletazos, un mundo que la modernidad y el progreso arrumbarán definitivamente: el de la aristocracia eduardiana. Enganchada suavemente a acontecimientos históricos como el hundimiento del Titanic, el éxito del sufragismo o la irrupción de la Gran Guerra, la serie tiene un punto melancólico que le sienta de vicio. Para reforzarlo emplea una puesta en escena delicada, solemne, soleada, que respira aristocracia. El enjuague idóneo para unos actores estupendos, como siempre ocurre con los británicos. Hasta el secundario más banal tiene gesto propio: la quisquillosa cocinera sería el ejemplo más palmario, con su mueca refunfuñante. Pero, sobre todos, destaca la mordacidad de la abuela interpretada por Maggie Smith, el personaje que atesora las mejores líneas de diálogo (“¿Qué es un fin de semana?”).

Si el visionado deleita, la atmósfera engancha, el teatrillo está dirigido con tino y la obra emociona a ratos con sus amores imposibles, ¿dónde se despeña, Míster Exigente, el punto y medio? Pues en ser un culebrón. Ya: le pido peras al olmo, puesto que Downton Abbey no oculta su filiación (aunque sí es verdad que los dos últimos episodios ahondan en lo telenovelesco). Ellos van de frente, el problema es mío. Simplemente, no entro en ciertas convenciones del género (espoilers): la riña de gatas que se gastan Lady Mary y Lady Sybill queda muy sobreactuada; el misterioso Bates -una suerte de samurái del hogar- alarga innecesariamente su enigma hasta volverlo cansino; Matthew es tan patoso amoroso que yo jamás le consignaría herencia alguna; el truco del embarazo resulta gratuito; y la facilidad seductora del tal Kemal chirría… ¡por no abundar en lo chistoso de su muerte!

La soap opera no tiene por qué ser mala per se, insisto; simplemente es un tipo de relato al que no le tengo excesivo aprecio. Por eso me pareció casi irónico que el momento más estúpido de la serie lo provocara, precisamente, una pastilla de jabón, soap, soap. Perfecta síntesis de las limitaciones del género.

15 Comentarios

  1. ALX

    A cada crítica que leo más ganas tengo de verla y Amazon no me envía mis blurays. Por lo que veo, lo que criticas, su género, para mi no supone ningún problema, así que me parece que la disfrutaré mucho. Un saludo!

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  2. satrian

    Yo solo he visto el piloto, y de momento estoy encantado, espero que siga así con lo que me queda.

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  3. Antara

    A mí también me gustó la serie pero tampoco comparto la pasión desmedida. Es decir, a la altura de Mistresses, por ejemplo, que me ha tocado ir convenciendo gente con pala para ver. Una extravagancia de Alberto al haberla incluído en su top ten pero no discutiré sobre esto porque me da dolor de cabeza al pensar la que quedó por fuera. Me encantó el estilo de narración, claro, la música tipo Phillip Glass, la dirección de cámaras y más de una actuación. Pero debo ser sincera: cuando tenía yo como 12 años, leía novelas de Corín Tellado. No las que venían en la revista Vanidades sino las que se editaban en solitario. Tenía más de un ciento de ellas y todas las leí. Y allí conocí mil historias como estas de ricos y pobres, herederos, parientes humildes, y los amores que se gestan detrás "del orgullo y la dignidad de una mujer consentida y el temple de un hombre de verdad". XD Y Downton Abbey me pareció eso, una novela de Corín Tellado. Y mira que las adoro, pues gracias a ellas me acostumbré a leer 100 páginas diarias a los 12 años y la escritora citaba a muchos autores que después leí.Y yo sí adoro los melodramas, pero eso es cosa mía. Tampoco la metería en ningún Top Ten.PD. Adoré que nombraras El Principito al referirte a los ritos cotidianos.

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  4. String

    Bueno a mi ha parecido correcta, quizás te esperabas más por los comentarios(A grandes esperanzas…) tan positivos de muchos pero en general tienes bastante razón, es un culebrón de campiña.Acabo de terminar SFU (sí un poco tarde jeje) y estoy un poco en desacuerdo contigo, un poco irregular? pues quizás pero es de las grandes, por lo menos a mi me ha llegado muy adentro y el final es de los mejores que he visto.Saludos

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  5. B

    Emocionada con Gosford Park decidí empezar con la serie y reconozco que me gusta bastante, pero creo que también le falta algo, una chispita que le aleje un poco de esa etiqueta de magistral culebrón, aunque eso igual es culpa mía.De todas formas, los británicos no dejan de sorprenderme en cuanto a series. Estoy disfrutando como una enana de The Inbetweeners, una serie cortísima sobre unos chavales en un instituto inglés, donde ni son los más perdedores ni los más populares (de ahí el título). Te la recomiendo, pero en voz baja. Porque es muy soez, muy bestia, muy incorrecta y sus protagonistas rozan el patetismo en todos los capítulos. A ver si te atreves.

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  6. MacGuffin

    Y por eso justo engancha tanto, Alberto, porque es un culebrón muy bien hecho con todas las convenciones de los dramas de época y con un reparto muy bien elegido. No hay que tener miedo de los culebrones (los hay muy buenos también) y hay que saber lo que uno ve. Anatomía de Grey también es un culebrón 🙂 Y loas últimas temporadas de SFU, también, y a veces no demasiado bueno.

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  7. edp

    La serie me parece una maravilla que roza la perfección. Por cierto… ¿sufraguismo es votar a Fraga?

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  8. DENISFINDER

    Posiblemente lo del hype que se ha generado últimamente juegue en su contra, yo la vi sin saber prácticamente nada de ella y por eso me ha gustado quizás tanto, creo que a otra serie a la que le ha pasado algo parecido es Boardwalk Empire, que no ha terminado de convencer del todo.De todas formas pienso que para hacer series de época, como los ingleses no hay nadie, Orgullo y Prejuicio es otra grandísima miniserie.

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  9. Nahum

    ALX: Pues si no tienes reparos contra el género, en efecto, te encantará. Mucho. SATRIAN: Te leo cuando la termines. ANTARA: Lo de descubrir tus lecturas de Corín Tellado es un hallazgo. Mira que no la cité porque, paradojas, pensé que quedaría pedante. ¡A esto hemos llegado, jeje!B. He visto la primera temporada de The Inbetweeners y Will me parece un genio del antiheroísmo. Lo que pasa es que hay series cortas o con muchas temporadas de las que me da pudor escribir hasta que vea más. Me pasa con ésta, con Hustle, con The Thick of It, con The Street o con Spooks. Pero archivo cosas; este análisis te gustará:http://www.spiked-online.com/index.php/site/article/9802/MACGUFFIN: Lo hablamos por twitter. No les tengo miedo, pero no me apasionan. Como el terror o el cine bélico: me gustan cosas concretas. Ah, nunca vi Anatomía de Grey. EDP: Tiene razón usted. Me empaché de "u". La quito. DENISFINDER: Complejo Eiffel 🙂 Tengo Orgullo y Prejuicio, pero nunca me pongo. Como Little Dorrit.

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  10. Oscar

    A mi me está gustando, sinceramente no en el nivel de enganche que esperaba debido a todos los comentarios que hablaban sobre ella, pero me entretiene lo suficiente para que se me pasen volando los cuarenta y pocos minutos del capítulo. Sobre todo me ha gustado mucho la banda sonora. Pero para serie británica, una de la BBC 3, 'Lip Service', es de los creadores de 'Mistresses' y tiene solo de momento seis capitulos! un saludo!:D

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  11. José B.

    A mí me gustó casi todo, le doy un 9.5 (le descuento 0.5 por culpa del jabón en el cap final). Una pregunta, te diste cuenta del gran error del cap 6×02 de The Shield? En la parte de "previously on.." pasan una escena que no se mostró nunca en la TV, aquella en la que Kavanaugh manosea a la esposa de Vic. En el cap que se supone debían mostrar eso sólo muestran a Kavanaugh llegando entrando a la casa de Vic y luego no muestran qué pasó, ni siquiera en el siguiente eposodio. ¿Es una escena eliminada que se ve en los extras de los DVDS?

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  12. Nahum

    OSCAR: Uff, no doy abasto. He leído algo de Lip Service y de Zen, pero se avecinan meses duros…JOSÉ B.: Umm, qué extraño eso que comentas. No lo recuerdo para nada. Quizá es que esa temporada la vi sin previously… Revisaré los extras, pero no me suena nada de nada. Sorry. MACGUFFIN: No, no, EDP hilaba muy fino. Se escribe "sufraGISTA", sin "u". Fallo mío.

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  13. Deyre

    De momento he visto el piloto y me ha dado alas para seguir. Me ha parecido realmente interesante el enfrentamiento entre los mismos criados por conservar su puesto, o incluso por crecer en su trabajo. Seguiré con ella.

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