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Esta mañana el maestro JJ. García-Noblejas ha impartido un seminario en el Departamento bajo el título “Consideraciones sobre las series de televisión vistas como obras poéticas”. De las muchas cosas que ha dicho, partiendo religiosamente de la Poética de Aristóteles, ha habido una que me ha resultado muy sugerente: el gran tema de los dramas televisivos contemporáneos es el conflicto entre vida laboral y familiar. 

Uno se siente muchas veces tentado de buscar el común denominador, de dar con la clave que englobe toda una corriente, un género o un cineasta. Así, podemos decir que el perdón es el tema de Eastwood, la melancolía en Garci, la angustia en Bergman, la protesta en la Nouvelle Vague, las raíces del mal en Polanski, el paso del tiempo en Ford… y así.

Buscando etiquetar ese humus cultural y antropológico, a principio de este blog creí ver en la ambigüedad moral la piedra filosofal de todo esto, pero el concepto en sí resultaba muy poroso. Más adelante pensé que quizá Sintomático tenía razón cuando apuntaba a la crisis de identidad como factor predominante. Lo descarté por ser demasiado amplio y no estar circunscrito únicamente a las series de televisión de esta época; se podría aplicar también a la literatura del XIX, por ejemplo… También captó mi atención en su día esta entrada de mi admirada Mr. McGuffin: quizá los grandes conflictos seriales podían leerse en clave paterno-filial. Una idea muy interesante, pero que me obligaba a dejar fuera muchos títulos de referencia (The Shield, The West Wing, 24, The Wire…).

Sin embargo, mientras aplico este recurso tan ensayístico de dudar en voz alta, me voy convenciendo de que la idea de Noblejas puede ser acertada. Tiene excepciones, como toda regla, pero parece aplicable a muchísimos dramas de los últimos años. Y no es casualidad que las series, dada su narrativa expandida, puedan jugar dramáticamente con esa dicotomía: por su propia naturaleza, es más fácil ver a los protagonistas televisivos en tiempos muertos, en momentos cotidianos, en lugares de transición, en el día a día del hogar. El cine ha de ir más al grano.

Six Feet Under, por ejemplo, parte de una premisa donde lo laboral y lo familiar se confunden, tanto para el humor como para el dolor. In Treatment configura su densidad emocional en torno a un domicilio que también es el espacio de consultas; no es casualidad, pues, que la crisis del Dr. Weston sea espejo de la de sus pacientes. El estrés de Tony Soprano proviene de tener que atender dos familias: la mafiosa y la suya propia. Los dilemas de tantos personajes de Mad Men se explican por esta tensión casa-trabajo. No hace falta desvelar mucho de la trama de The Shield para saber que el pecado original de Vic Mackey pasa por asegurar el porvenir de sus hijos; incluso la deriva de Shane en el último tramo se justifica dramáticamente por Mara y el niño. McNulty, Kima, D’Angelo… incluso Michael, Omar y Bubbles muestran pugnas continuas entre las esferas doméstica y profesional en The Wire.

¿Más? Sí: las dobles vidas de Walter White (Breaking Bad), Nancy Botwin (Weeds) o Jackie Peyton (Nurse Jackie), ¿no fracasan al tratar, precisamente, de mantener aislados trabajo y familia? ¿No está la gracia (y la desgracia) de Dexter en saber conjugar el yo hogareño con el yo justiciero? El agobio vital de los protagonistas de Big Love o Rescue Me, ¿no se sustenta en las dificultades para manejar la intimidad (familiar) y la faceta pública (profesional)? Incluso en series en principio lejanas puede atisbarse este conflicto: a Jack Bauer le ocurre -en situaciones extremas, por supuesto- con la insoportable de su hija o la tragedia en torno a su esposa. O Supernatural, que amplifica su alcance no solo por las relaciones familiares de los Winchester, sino por la fantasía recurrente de ser unos tipos normales (esos capítulos donde son felices hombres casados…). Y muchas otras series donde esta dualidad actúa como palanca dramática: Mujeres Desesperadas, Anatomía de Grey, Damages, Spooks, The Unit

Alguien puede argumentar que, claro, el hombre es trabajo y familia… y las series así lo muestran. Vale. Pero la noticia es que esa relación sea tan conflictiva. Ahí parece que sí hay una novedad, muy de nuestro tiempo. Y no sé si extensible a la novela, el cine o el teatro contemporáneos.

En todo caso, supongo que esta idea puede tener fugas. Pero como hipótesis de trabajo, me gusta. Quizá dándole vueltas estemos ante una de las claves de la ficción anglosajona contemporánea.

12 Comentarios

  1. edp

    Me parece bastante reduccionista: un saco en el que cabe todo es demasiado grande. Creo que la mayoría de las series que citas son eminentemente 'profesionales', siempre ha sido así: la serie de médicos, abogados, periodistas, detectives. Cuando los personajes empiezan a tener más profundidad aparecen otros campos de su vida para mostrar otra dimensión, pero los conflictos importantes para la historia creo que suelen ser los laborales.

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  2. MacGuffin

    Leí en alguna parte que, en realidad, casi todas las series eran dramas familiares. Sí, "A dos metros bajo tierra", "Weeds" o "Cinco hermanos" están centradas en familias, pero los personajes de "The Office", "Battlestar Galactica" y hasta "The Wire" funcionan al fin y al cabo como una familia heterodoxa.

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  3. Mr Ahab

    Creo que es un absurdo resumir todas las series desde un mismo criterio, ya sea conflicto paterno-filial o laboral-familiar pues sin duda muchas de ellas pueden catologarse desde ambas posturas. Está claro que todos buscamos ese común denominador en nuestros autores favoritos (Gil de Biedma sería un Ford de la poesia, pues él mismo ha declarado que su poesía solo tiene dos temas "yo y el paso del tiempo") pero qui´za deberíamos disfrutar de ellas sin intentar catalogarlas dentro de ninguna corriente.

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  4. satrian

    Esa relación da paso al drama, y es bastante actual y compresible por todo el mundo, por eso llega fácilmente, y hay muchos tipos de familias y trabajos por eso, hay muchos tipos de series con conflictos entre el trabajo y familia.

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  5. JJG Noblejas

    Muchas gracias por la alusión al seminario que tuvimos ayer, con independencia de los adjetivos que me pones, que son como banderillas.En fin, convengo en que el asunto merece mayor desarrollo, y quisiera añadir que lo dicho (la centralidad del conflicto de fidelidad familiar / profesional) es una observación no estudiada, pero evidente, pensada sobre todo desde la perspectiva de los guionistas, y con independencia de lo que digan las "biblias" de las series.Sobre todo, entiendo que pueda parecer banal cuando -como sudece de ordinario- el resultado del conflicto deja ver que es la dimensión familiar del protagonista la que sale, por así decirlo, perdiendo, frente a la dimensión profesional…Es un modo "transversal" (no machista ni feminista, no individualista ni socialista) de retomar conflictos personales tan viejos como la condición humana. Ya la poética clásica recomendaba prestar atención a lo que sucede con sus decisiones públicas a algunos personajes que no dejan de ser miembros de sus familias… Cierto que desde Edipo o Antígona han pasado 26 siglos o así, pero el asunto sigue en pie.DE todos modos, he de advertir que en lo que dije había un trasfondo de estudio del sentido de las narraciones y dramas "episódicos" en la Poética de Aristóteles (IX, 1452 a 33 y ss.), y una comparación de las series británicas y estadounidenses, en el que salían mejor las primeras.Un cordial saludo.

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  6. salasavo

    La verdad es que estoy de acuerdo con el comentario de Mr Ahab en que no podemos pretender resumir a todas las series desde un mismo conflicto, pero todos los ejemplos que tú has puesto son bastante acertados. Si es verdad que muchos de los conflictos que solemos ver en nuestras series vienen del lado laboral, pero es cuando éstos se mezclan con el lado familiar cuando realmente la cosa se pone interesante. Por eso muchos personajes de los que solo conocemos su día a día en el trabajo, nos pueden parecer algo aburridos o planos, sin embargo, cuando conocemos la faceta más intima de éstos, es cuándo estos comienzan a cobrar más interés para nosotros (se me viene a la cabeza como ejemplo cuando el año pasado apareció la hermana de Olivia Dunham, y comenzamos a empatizar un poco más con ella).En cualquier caso, una vez más, excelente duda en voz alta.

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  7. Álex

    Al final, me parece, el conflicto familia/profesión o vida familiar/vida laboral no es sino una formulación de las tensiones entre intimidad/vida pública que caracteriza a las sociedades contemporáneas. Estas esferas (en épocas anteriores mucho más indefinidas y superpuestas) están crecientemente diferenciadas y admiten normatividades distintas (a veces contradictorias); de modo que se hacen muy notorios esos conflictos y tensiones (muy característicos, pues, de nuestra época contemporánea). No es de extrañar, entonces, que esto quede reflejado en las series, y se pueda establecer como denominador común a muchas de ellas, si es que estamos empeñados en encontrarlo… Pero coincido en que es demasiado general como para que constituya un fecundo elemento heurístico para todas -o la gran mayoría de- las series. A fin de cuentas, decir que todas reflejan las tensiones propias de nuestro tiempo es decir algo demasiado global y con poca operatividad para el análisis comparado…

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  8. JJG Noblejas

    Alberto me ha preguntado -al vernos por un pasillo de la Facultad- a qué aludía al decir "baderillas" en el comentario: al calificativo de "maestro", le he dicho…

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  9. JB

    Me ha parecido brillante, una gran idea. Aquí va una sugerencia desde mi desconocimiento: sin querer ser reduccionista, los clásicos parece que enfocan lo privado como algo que ha de servir para lo público, es decir, para la polis. En la Política de Aristóteles hay algunas consideraciones interesantes al respecto. En la sociedad del bienestar y del individualismo quizás el orden ha cambiado: el ciudadano entiende lo público como algo que ha de servir para su interés privado. En el primer caso la adaptación puede que no resulte tan complicada. ¿Podría ser que ese conflicto que se muestra en las series provenga de la dificultad de adaptar lo público a lo privado?

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  10. juan

    Pues a mi la idea no me parece reduccionista,pero tampoco tengo claro que sea el denominador común.¿Tiene que haber denominador común?.De cualquier forma,como idea,es interesante.Con una mirada unitaria,atendiendo a cada una de ellas,por separado,no lo veo.Es una parte importante de la historia pero,quizás,no definitiva.Pero en una visión más global si que me puede cuadrar.¿Habrá algo más común que el trabajo y la familia,sea cual sea tu trabajo,sea como sea tu familia?.Ahora,vamos a aceptar que sea así.Entonces,¿sería algo consciente?,¿una regla no escrita?,¿una casualidad?,¿una realidad de la que estamos tan impregnados que aparece de forma natural en los guiones casi sin quererlo?.El "choque" trabajo-familia lo vivimos la mayoría,asi que si una serie quiere jugar a la realidad,¿como no hacerse eco?.Mientras nadie me presente una idea más convincente,compro la moto,pero a plazos.

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  11. Nikolayevih

    Puede que tengas razón. Me gusta mucho tu blog, gracias a él he descubierto muchas series a las que estoy enganchado…

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  12. Sintomático

    [sin tildes] Muchas gracias por la referencia, primero. Me parece muy acertado el analisis de Juanjo Garcia Noblejas, y creo que es complementario al de la identidad: evidentemente, no en todas las series, pero si en las que citas. Creo que McNulty, por lo que veo en la tercera temporada (por donde voy), es un ejemplo perfecto, y engancha con Dexter, Tony Soprano, Drapper, etc. Pero, claro, comprendo lo que comentan muchos: no hay que buscar un patron a todas las series. Pero es practica comun de la ciencia o del estudioso hacerlo.Gracias por el brillante analisis otra vez.

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