, archivado en New Girl

Venga, a ver si con la primavera recuperamos el  ritmo del blog, niños.

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Cuando caté los estrenos, allá por septiembre-octubre, no le aventuré mucha vida a ninguna de las nuevas comedias.

Entonces se hablaba mucho de la protagonizada por una tal Zooey Deschanel, supuesta musa del panorama alternativo a quien yo solo conocía por este simpático vídeo con Joseph Gordon-Levitt. Ah, y porque había leído que era hermana de Bones. Más tarde descubrí una actriz de físico agraciado, aunque no radiante, gestos patosos y autoparódicos, mirada oceánica y una voz con tendencia a canturrear palabras y terminar las frases en afonía. Más cargante que adorable, vamos. Y todo en la serie parecía destinado a su único lucimiento, qué pereza.

New Girl aterrizaba con mucho empuje y recuerdo que durante el visionado yo me aburría como una ostra mientras mi esposa se reía a carcajadas. “Los sexos no somos iguales”, pensé. “Quizá, contraviniendo el feminismo oficial, sí que existe el ‘humor de chicas’ y New Girl exhibe su mejor coartada”. Sentía las situaciones forzadas, como si se tratara de un humor indie domesticado. Los personajes tampoco me parecían nada del otro jueves, apenas una versión edulcorada de distintos clichés cómicos: la protagonista desastrada, la amiga cañón, el perdedor impenitente y el machote ligón. De hecho, era fácil ubicar a los personajes de New Girl ante el espejo de, por ejemplo, Friends: Jess es una Phoebe inteligible, Cece una Rachel vitaminada, Nick valdría como repuesto de Chandler y Schmidt es el Joey del grupo (para los dos últimos valdrían también los referentes de Ted Mosby y Barney Stinson). Dejo fuera a Winston, el personaje que cambió de actor -a peor- tras el piloto: en ambos casos, este entrenador de gimnasio es lo más desdibujado y soso del elenco.

Volvamos al piloto. Jess ha sido abandonada por su novio y busca un nuevo piso. Encuentra un loft donde viven tres solteros, amigos de toda la vida. No muy original. Todo previsible en una premisa que combina la guerra de sexos, la amistad a pie de cancha, la camaradería doméstica y la crisis de los treinta. Así que asistí horrorizado al “humor para chicas” hasta que la escena final del piloto -un arranque de solidaridad del trío masculino para con Jess– ofrecía ese punto adorable, auténtico, de personajes con vida, de emoción inesperada. “Vaaaale, probaremos el siguiente”.

Desde entonces, hemos seguido con la serie por inercia, estilo casual, como si se hubieran agotado otras posibilidades y no hubiera nada más que ver. Jamás concluimos un capítulo diciendo “esto es la leche” y, por descontado, no nos reímos como con Modern Family o Parks and Recreation. Pero ahí vamos. Al día con las desventuras de Jess y sus chicos. Sin faltar ni un solo miércoles.

Nick, con sus complejos y sus miedos, es más jugoso de lo que parecía al primer olor. La ruptura con su novia -profecía autocumplida- le entronca con el panteón de loosers amorosos que pueblan la sitcom americana. Schmidt -tan machote que a veces cae en lo afeminado- también se ha revelado más divertido de lo que prometía: porque no es un tópico, sino la parodia del tópico (explícita además desde el inicio, con esa jarra para meter un dólar cada vez que dice una gilipollez). Además, el salto que ha impulsado su relación con Cece ha dejado ver que el tipo tiene su corazoncito, leñe. Y, en fin, con el tiempo Jess ha dejado de resultar irritante en su supuesta espontaneidad gafapasta para convertirse en escudero fiel de todo el grupo, en hombro sobre el que llorar. Y va ganando carácter: en el último episodio se encabrita con una alumna y aprende a odiar a los niñatos. Ouch.

Queda por saber qué fecha de caducidad aguanta una propuesta tan plana y vivaracha al mismo tiempo. Está suponiendo un éxito para la FOX. Elabora situaciones divertidas (la mejor hasta el momento ha sido la del trío con el dueño, en el 1.12.), mala leche amable, personajes ocasionales con garbo, surrealismo doméstico y, como escribe David en ¡Vaya Tele!, facilidad para meter la pata hasta la cintura. Sobre el papel es una sitcom más, del montón; en su ejecución, sin embargo, tiene duende y logra conferir encanto a lo ridículo, otorgar dignidad a lo estúpido.

Y ahí confieso mi impotencia: no termino de ver claro dónde está la magia de la serie, pero está claro que algo tiene.

9 Comentarios

  1. satrian

    Yo tampoco tengo claro donde reside el encanto de la serie, porque el efecto Zooey, al menos para mí, ya no es la principal razón para seguir la serie.

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  2. manganxet

    A mí me pasaba algo parecido, solo que al principio sí me gustaba y luego ya la veía por inercia aunque ni me reía con ella… Pero cuando me vi hasta el cuello y sin tanto tiempo para ver tantas series fue la primera que cayó de mí lista.

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  3. mackey

    Alberto, creo que por primera vez no compro tu argumentación. New girl es un pestiño de primera división: personajes insoportablemente catetos e insustanciales, situaciones ridículas y ausencia total de talento humorístico en líneas de diálogo y réplicas. Decepción total.

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  4. OsKar108

    A mi me pasa algo bastante parecido. La empecé a ver más que nada para ver que tal estaba Zooey Deschanel (la cual me caía simpática, aunque no sea -ni mucho menos- su mayor fan), pero no llegaba a verle nada que me atrajese del todo tras un par de capítulos, pero tampoco algo que me diese un motivo claro para dejar de ir viéndola (como acabé haciendo con 2 Broke Girls -que solo aguantaba por su buena química entre sus 2 protagonistas- que acabé dejando tras el parón de navidad); y ahí sigo, con ella en mi lista de series semanales, y ya le he cogido algo más de cariño a la serie, aunque sigue sin encantarme, así que no descarto tampoco que el día menos pensado la abandone…….. rarezas.

    ¡Saludos!

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  5. Alvaro H B

    Alberto, mi novia me arrastra para ver esta serie y este artículo ha servido para disuadirla de que vuelva a intentarlo. Por ello te doy las gracias. A propósito, la \”magia\” de Zooey Deschannel se reduce a un personaje formulario que se empieza a conocer como \”Manic Pixie Drem Girl\” (MPDG), que infestan cada vez más este tipo de series para chicas jóvenes. Yo tampoco le veo el atractivo, pero curiosamente, las MPDG arrasan entre las jóvenes. Puede ser preocupante.

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